mientras la cadena de incendios que duró la friolera de seis meses (desde junio de 2019 hasta mayo del año siguiente) arrasaba con el 21% de la superfcie boscosa de australia, una noticia falsa corría como la pólvora por los medios: los vombatidae o wombats acogían en sus madrigueras a cientos de animales que huían del peligro de la superficie. poco después, en sus comienzos, que no principios, el año 2020 venía a desmentir, entre otras tantas cosas, que estos marsupiales compartieran voluntariamente sus refugios con otros animales; por lo visto, la necesidad de creer en una cooperación inter species impuso esa metáfora ontológica que pone rostro al horror, más conocida como prosopopeya. hoy descubro una nota en la prensa digital que desmiente la voluntad de estos «héroes» accidentales y que me lleva a pensar en aquella entusiasta exclamación de amanece que no es poco: «¡alcalde, todos somos contingentes pero tú eres necesario!».

el fracaso de un proyecto I

la exhortación panegírica al silencio de calderón de la barca, de moldes barrocos como son los panoramas sofsticados, retóricos y extravagantes, nos recuerda que la mística es filología, como afirmaba unamuno en el prólogo a el zohar en la españa musulmana y cristiana, de ariel bension, que saber para quién se escribe es saber cómo hay que escribir.

el fracaso de un proyecto II

por inmoralidad y heterodoxia, murió miguel de molinos un 28 de diciembre, día de los inocentes, condenado a la reclusión perpetua en un monasterio romano. quedó pendiente su defensa de la contemplación, obra incluída en el index librorum prohibitorum et derogatorum [índice de libros prohibidos] de 1681, pero en la guía espiritual que desembaraza el alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la paz interior ya exaltaba a un estado de perfección, únicamente, alcanzable a través de la abolición de la voluntad, mediante cierta «apathia» estoica que para no perturbar la absoluta quietud del alma no debe, ni puede pensar ni en el cielo, ni en el inferno, ni en la eternidad.

el fracaso de un proyecto III

parece que ha pasado el tiempo, un tiempo indefnido, o más bien, que no ha pasado nada en absoluto, es decir, que todo ha quedado en suspenso: ahora toca hablar en infnitivo o callar para siempre. es difícil no pensar en la muerte a partir de este infnitivo en suspenso, cuya forma no obstante anula cuando ya no hay días, ni noches; infnitivo en el que no amanece ni se pone el sol, y difuminadas quedan las coordenadas que antes ordenaban con ejes cartesianos (¡ay, ufano de ti, racionalista a la busca de certezas en un mundo incierto, que crees creer!) el oriente y das abendland [el occidente] ese lugar adonde todo va a morir, un mar donde no hay ir y venir, y el tiempo se haya suspendido, extático, y nosotros muertos. mientras, los herederos del apostol pablo nos imponen una nueva normalidad, que recuerda la máxima que llama a este primer deber «despojarse del hombre viejo» (ef 4, 22) para «revestirse del hombre nuevo», según la imagen de dios (ef 4, 24), otros tratamos de encontrar esos silencios entre los detalles y ornamentos de una biblioteca que, en silencio y a solas, proporciona la perspectiva y la profundidad de un otro mundo que en lugar de revelarse, se esconde al igual que la advertencia que sostiene una rubia con alas junto al caballero durmiente de antonio de pereda desengaño del mundo (más conocido como el sueño del caballero) donde puede leerse lo que el dormido no alcanza a leer, la defnición de la muerte, a saber: «æterne pungit, cito volat et occidit» [«eternamente hiere, vuela veloz y mata»].


1 ¿no es un error categorial acaso afrmar que lo humano no es un subgénero de lo animal?

2 ¿hay acaso prensa digital? y de haberla, ¿qué huella imprime lo intangible?