hace casi dos milenios hizo erupción el xitle, a un lado del ajusco, en la zona rural de la ciudad de méxico, dejando un paisaje de roca basáltica que al pasar de los años fue amoldando su naturaleza a las condiciones que el estrato de lava sólida permitió entre sus grietas, dando paso a la creación de un extenso lugar del altiplano mexicano conocido como el pedregal. dicho paisaje se mantuvo intacto hasta el siglo xx, pues fue en 1945 que inició su transformación después de los proyectos de urbanización del méxico posrevolucionario, consecuencia del desarrollo estabilizador de la época que dio paso a la arquitectura modernista del país. la apuesta urbanista para fraccionar ese territorio se caracterizó por la transformación del paisaje pedregoso, a partir de la creación de jardines que enmarcaron las zonas residenciales, aprovechando los accidentes formales que la piedra volcánica permitía, lo que constituyó un ardid estilístico que fue referido mundialmente como emblema del modernismo en méxico. los volúmenes abstractos de la arquitectura dentro de un entorno natural tan agresivo evidenciaban el inicio de una nueva era, una suerte de entendimiento liminal del espacio que a la fecha nos seduce a través de los documentos fotográficos de estos emplazamientos.

hace poco nos perdimos la lectura y ambientación sonora de un colapso urbano a cuento de la expo «piedra volcánica» en el museo experimental el eco. 

la publicación sí la tenemos (de julio garcía murillo guardamos hasta los boletos de metro).

eleco.unam.mx/expo/piedra-volcanica/