galería die ecke arte contemporáneo, desde el año 2016, en el barrio de gracia, muestra una variada programación con proyectos de destacados artistas de chile y latinoamérica
Pia Cordero
«Un yo no es una coordenada abstracta de razón pura, igual en todos los tiempos, climas y culturas. Al contrario, el yo es el producto concreto de muchas fuerzas y causas que lo marcan totalmente. En particular, es la personificación de su cultura, de su género, de sus tradiciones, de su raza» (Arthur C. Danto, Philosophizing art. Selected essays). Bajo esta premisa, nuestra relación con las obras sería concreta y estaría determinada por variables culturales, antropológicas y sociales en la medida en que el yo no es sólo una entidad privada, sino también un lugar de intercambio y, en su especificidad, determinaría la articulación y recepción de las obras. Galería Die Ecke Arte Contemporáneo ilustra de manera ejemplar lo enunciado por Danto. Fundada por Paul Birke el año 2003 en Chile y con sede en Barcelona desde el año 2016, explora las posibles transferencias de la escena artística latinoamericana en un espacio internacional, así como las condiciones de su recepción, al elaborar sus propuestas expositivas desde Chile. Este año Die Ecke Arte Contemporáneo inauguró en Barcelona la muestra Performance by Frank Copello in the Eighties, compuesta por seis piezas audiovisuales del artista chileno Francisco Copello (1938-2006). Es complejo resumir la vida de este artista. Su campo de trabajo inicial fue el grabado, vivió intermitentemente en Chile y más de treinta años en Italia y Estados Unidos. En Italia se relacionó con figuras de la transvanguardia y la escena de Milán del arte corporal que se desarrolló en la Galleria Diagramma, mientras que, en Estados Unidos, Copello frecuentó a Andy Warhol y la Factory y colaboró con la coreógrafa Laura Dean y el director y dramaturgo Robert Wilson. Entusiasmado por el gobierno socialista de Salvador Allende, Copello regresó a Chile el año 1973. Sin embargo, dejó rápidamente el país, para vivir las próximas décadas en Italia y Estados Unidos, donde trabajó como master print para destacados artistas y continuó explorando la performance en el American Mime Theatre en New York. Para algunos historiadores y críticos de arte, es discutible que Copello haya sido el precursor del body art en Chile. No obstante, su extensa y polifacética trayectoria se puede revisar en Die Ecke Arte Contemporáneo, donde se exhiben los registros de sus performances Tableaux d’une exposition (Bélgica, 1980), Figure d’acqua (Italia, 1983), The Flag (Italia, 1981), Variazioni (Italia, 1984) y Lana (New York, 1985).
Desde el mecanicismo del grabado a la plasticidad del arte corporal, desde una escena artística contextualizada en el imperialismo estadounidense de la Guerra Fría a la de la revolución socialista de los años 70 en Chile, pensar en Copello se vuelve paradigmático. De su tránsito geográfico y disciplinar, emergen interrogantes sobre la especificidad de las obras y los factores condicionantes de su recepción, y, como Danto dijo, de aquel relato total que surge producto de muchas fuerzas y causas. Para ahondar en esta tensión, pongamos por caso a los artistas Roser Bru, José Balmés y Alfredo Jaar, quienes, desde distintos lugares, han vivenciado la guerra, el exilio y la migración, situaciones de deriva y de invisibilización que han modelado la subjetividad del último siglo. Por una parte, los pintores catalanes Roser Bru (1923) y José Balmes (1927-1996), tras la Guerra Civil Española y la posterior victoria franquista, siendo aún niños, se embarcaron el año 1939 en el Winnipeg, un barco francés que llevó a más de dos mil refugiados republicanos españoles a Chile. Bru, quien estuvo permanentemente en contacto con la escena artística catalana, llegó a ser Premio Nacional de Artes en Chile, al igual que Balmes. Este último, en la década de los años 60, junto a un grupo de artistas, formó el grupo Signo, movimiento representante del informalismo español en el cono sur. Balmes, posteriormente, vivió un segundo en exilio en Francia, debido al comienzo de la dictadura el 11 de septiembre de 1973. Las biografías de Bru y Balmes hacen converger Chile y España, mostrando las eventualidades que constituyen los horizontes de la historia. Una correspondencia que el artista chileno Alfredo Jaar (1956) problematizó con la instalación El día que me quieras, en el marco de la muestra To be or not To be, el año 1990, en el Centre d’Art Santa Mònica. Utilizando el título del conocido tango de Carlos Gardel, la obra de Jaar señalaba las similitudes de los contextos políticos chileno y español a través de la instalación de 5 cajas de luz dispuestas junto a un gran espejo. Utilizando sólo dos de las caras laterales de los cubos, la frontal, con textos e imágenes, y la opuesta, con fotografías de Franco en situaciones domésticas (midiendo una distancia en una globo terráqueo o vestido con ropa de calle y con una cámara en la mano), símbolos políticos y fotografías de protestas contra Pinochet, Jaar evidenciaba los posibles desplazamientos del arte chileno en la escena internacional a través de la intersección de dos historias comunes, la de la dictadura.
Cuando se toma contacto con el arte del cono sur latinoamericano, es fundamental tomar en consideración el papel que jugaron las dictaduras en la reconfiguración de sus escenarios artísticos. En el caso de Chile, como señala el crítico de arte Justo Pastor Mellado, a partir del año 1973, fecha en la cual se perpetra el golpe militar y comienzan 17 años de dictadura, la escena visual se reconfigura en el interior del país, en función de los militares y los oligarcas, y en el exterior, desde la circulación de los artistas en el exilio. En los años 80, surge en Chile la Escena de Avanzada, término acuñado por la teórica del arte Nelly Richard para designar las prácticas artísticas que, entre los años 1975 y 1982, eran políticamente contestatarias e investigaban nuevas formas de deconstrucción de los discursos de poder. Una condición que caracterizó a toda la región, cobrando relevancia, por ejemplo, el Neoconcretismo brasileño o la Nueva Figuración argentina, movimientos que dejaron atrás la caricatura casi mitológica del realismo mágico del arte latinoamericano. Pensar en los factores condicionantes del arte, sus referentes y determinantes históricos, nos obliga a poner en cuestión las grandes narrativas y abordar el proyecto universalista moderno de forma crítica en la medida en que la configuración de los distintos escenarios artísticos, junto a su especificidad y texturas, emergen de experiencias concretas, pero no constituyen una subjetividad aislada, sino una común. Un caso ejemplar es el proyecto Varados del artista chileno Enrique Ramírez exhibido el año 2018 en Die Ecke Arte Contemporáneo en el marco de Barcelona Gallery Weekend. El proyecto, compuesto de una video instalación y algunos objetos, exhibía los intentos del artista de enseñar a nadar a un inmigrante africano, estableciendo relaciones de parentesco entre la situación de deriva del inmigrante en Europa y Latinoamérica, ante la cual, parafraseando a Georges Didi-Huberman, somos espectadores de un naufragio en un tiempo cada vez más diferido.
galería die ecke arte contemporáneo
C/ montmany 27
lunes a jueves: 17:00 – 20:00 h